Derrick de Kerckhove, que fue colaborador de Marshall McLuhan en la Universidad de Toronto, tiene una definición de "libro" que me gusta bastante: " Un livre este un lieu de repos pour des mots Écrits . Una definición muy pertinente dada la velocidad del mundo digital, donde prima lo efimero y lo fugaz. Las palabras circulan a gran velocidad por la red y se han convertido puros datos y commodities generadoras de negocio sobre las que se han construido imperios como Google. Frente esto, el libro es un oasis para la reflexión, el reposo de la palabra impresa donde permanecerá siempre por revisitarla tanto como haga falta.

Como se ha puesto en evidencia en el reciente Liber celebrado este año en Barcelona, las ventas del libro electrónico en España son bajísimas, del orden del 2,4%, y el crecimiento se prevé que sea bastante lento. En los Estados Unidos, los 'e-books' llegan al 29% de las ventas de libros para adultos, aunque son cifras de la campaña navideña, sesgadas por el efecto de compra del aparatos lectores.
También en EE.UU. las ventas de audiolibros son muy elevadas y aquí son insignificantes: hay peculiaridades no siempre exportables de un mercado a otro. Por eso, los que se basan en estos consumos americanos para predecir el futuro del libro electrónico en nuestro país es posible que vayan mal encaminados.
Dejando de lado el libro electrónico, en Cataluña y España se están produciendo escenarios competitivos nuevos, potenciados por la crisis económica que, si se quiere seguir manteniendo el nivel de producción y la excelente red de venta que son las librerías, requiera adaptaciones de todos los eslabones del sector, los editores a los libreros, pasando por los distribuidores.
Si en Cataluña el modelo de red de librerías es más distribuido y casi cada pueblo o pequeña ciudad tiene sus librerías, en España se concentran en ciudades grandes y medianas. Aquest ric teixit de punts de venda concentra un 50% de vendes de llibres. Este rico tejido de puntos de venta concentra un 50% de ventas de libros.
La crisis, los nuevos formatos y la entrada de nuevos agentes en el mercado como Amazon está generando tensiones y poniendo en evidencia carencias importantes del sector, que confluyen en un común denominador: la falta de intercomunicación entre los componentes de la cadena de valor del libro, especialmente de las librerías independientes.
Esto hace que, desde que se entrega un pedido del editor al distribuidor y de éste al librero, se produzca un largo silencio que impide a las empresas editoras tomar decisiones. Sin información no hay gestión posible y, según cómo, puede inducir a errores que se pagan muy caras. ¿Cómo puede un editor no saber nada de los puntos de venta que le generan el 50% de las ventas?
Un indicador de estas carencias son los excedentes anuales de libros, que giran en torno al 35% de la producción, aproximadamente unos 100 millones de ejemplares al año en el mercado interior español. Excedentes que van directamente a pérdidas del editor, o se destruyen o se guardan, con los costes de logística inversa (3,2 veces más caros) y de almacenaje que implican.
Si creemos que "los libros son para la eternidad", como los diamantes de James Bond, hay que pensar que, en el siglo XXI, compartir es necesario e imprescindible para competir.
Albert Pérez Novell
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